lunes, 29 de abril de 2013

Huye de las tentaciones sexuales

Marcos 7:21-23 explica: Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.

Romanos 13:13-14 dice: Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.

1 Corintios 5:1-3 enseña: De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre. Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción? Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho.


1 Corintios 6:13-14 aclara: Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. Y Dios, que levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder.

Gálatas 5:19-21 advierte: Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.

Efesios 5:3 comparte: Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos;

Colosenses 3:5-6 comparte: Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia,

1 Tesalonicenses 4:3-5 asegura: pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios;

Me parte el corazón escuchar que los jóvenes son esclavos de su cuerpo y de sus deseos carnales. Somos hombres y mujeres destinados a la pureza. Muchas Escrituras resaltan la inmoralidad del pecado sexual. Los creyentes debemos evitar dicho pecado, ya que no es posible mostrar la más mínima intención de inmoralidad, porque el cuerpo no fue diseñado para pecado sexual, sino para Dios. La voluntad del Señor es la pureza, pero vivimos en una sociedad intensamente sexual, por lo que es difícil caminar alejados de la tentación. Cada segundo, veintiocho mil usuarios están conectados a internet viendo pornografía; cada treinta y nueve minutos, un nuevo video pornográfico es producido en USA. La industria pornográfica, solo en USA, genera más ganancias que Microsoft, Google, Yahoo, Apple y Netflix juntos, porque el pecado sexual es el cáncer de nuestra generación y parece ser la mayor fortaleza del enemigo. Pero nuestro Dios es más grande que la pornografía, es más poderoso que la masturbación, es más grandioso que cualquier pecado de la carne. Él nos librará si le clamamos de corazón.

1 Corintios 6:18-19 nos enseña: Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?

La Biblia no nos dice que debemos pelear, no dice que debemos desafiar la tentación o filosofar sobre el pecado sexual, lo que debemos hacer es ¡huir! El problema es que no obedecemos y nos exponemos. El pecado sexual es poderoso, no sería una tentación si no fuera placentero. Por ser tentador tiene el poder de atraparte, así que no juegues con fuego, evita y huye. Durante los últimos siete años, he formado a más de cuatro mil quinientos líderes. Muchos me decían llenos de valor y fuerza: “Pastor Adam, transformaré el mundo, Dios me usará con poder”. Luego, en algún momento, estos tremendos líderes, se veían avergonzados y era fácil descubrir la razón. Por ejemplo, un joven con un fuerte llamado de Dios, virtuoso y determinado a la pureza, vio un anuncio de masajes y fue. Cuando la masajista le preguntó: “¿Le gustaría el paquete completo?” Él debió salir corriendo, pero se le olvidó toda la Escritura que había aprendido y lo que hizo fue preguntar a la chica: “¿Cuál es ese paquete?” Días después, en mi oficina, el joven lloraba y confesaba: “Pastor Adam, ¡entregué mi virginidad a una prostituta! Jamás podré dedicarme al ministerio”. Fue triste ver cómo el diablo buscaba destruirlo, pero no lo logró, porque finalmente, este joven se graduó y es ¡una máquina predicadora! De la peor forma aprendió que ante el pecado sexual, debe huir.

Génesis 39: 11-12 cuenta: aconteció que entró él un día en casa para hacer su oficio, y no había nadie de los de casa allí. Y ella lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y salió.

Sansón, por ejemplo, no huyó y destruyó su destino, contrario a José quien sí salió corriendo de la tentación sexual, no peleó, no jugó, huyó. A este hombre de Dios le iba bien, todo lo que hacía prosperaba. Su amo egipcio, Potifar, lo puso a cargo de su casa, pero tenía una esposa ardiente a quien no le gustaba estar sola. Ella era como una tigresa que acosaba a José. Una tarde, le pidió que durmiera con ella y él huyó. Si José lo hizo, ¿por qué no lo hacemos nosotros, si nuestro destino está en juego? Yo detesto el orgullo, pero no me atemoriza, no me gusta la amargura ni las drogas o la violencia, pero no me dan miedo, lo que me aterroriza es ver cristianos que siguen cayendo en pecados sexuales que son trampas mortales. Algunos dicen: “Todo está bien, yo puedo resistir, oraré, leeré más la Biblia, no faltaré al grupo, todo estará bien”. Pero eso no es suficiente, lo único que vale es huir.

Cuando decidas huir, hay tres cosas que debes hacer. Primero, debes humillarte de corazón y reconocer que necesitas ayuda. Lo segundo es entender que para vencer tienes que moverte con intensidad, correr, patear, brincar, no caminar suavemente, sino actuar con decisión. José venció el pecado porque actuó con intensidad y fuerza; Sansón fracasó porque jugó un juego peligroso y se dejó envolver. Lo tercero es demostrar firmeza y determinación para hacer notar que no te rendirás y que el pecado no te atrapará.

Algunos ministros cuyos rostros son famosos y han sido expuestos en homosexualismo y adulterio darían todo por retroceder el tiempo y aprender a caminar en pureza para evitar la destrucción de sus iglesias, de sus hogares y sus vidas. Tú tienes esa oportunidad ahora. Es tiempo de negarte a las relaciones sexuales con tu novio o novia, es momento que dejar que Dios te libere de la pornografía. Huye del pecado sexual y corre a los brazos del Señor quien dio Su vida en la cruz para liberarte. ¡Acepta el reto, haz ese pacto con Jesús, corrige tu camino y permite que Él te guíe para evitar la tentación!

Pastor Adam McCain (Casa de Dios)

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