lunes, 13 de octubre de 2008

DEDICATORIA

A mi señor Jesucristo, sin el nada podria hacer, el es el centro de mi inspiración, el señor es mi todo, mi respirar, mi pensamiento, mi esperanza, mi salvador.

lunes, 6 de octubre de 2008

Deuda Pendiente

Suponga que alguien viniera a nosotros un día y nos dijera, ¿Cuánto dinero pendiente debes a la gente ó a las entidades financieras?, porque yo quiero ayudarte a pagar todas tus deudas y sin que tengas que darme algo a cambio. Esto sería sensacional entre tanta aflicción, angustia y miseria que vivimos hoy en día y sin posibilidad de nuestra parte de cancelar esas deudas.


Las deudas pendientes nos hace dependientes y esclavos de nuestros acreedores, nos quitan los derechos otorgados de libre deuda y nos puede llevar a la ruina económica si no cumplimos con los pagos correspondientes.

Ahora el hombre no solamente tiene pendiente deudas económicas con las personas sino que también tiene una deuda pendiente con Dios que debe cancelar.

Cada uno de nosotros tiene una deuda pendiente con Dios. Cada uno de nosotros estamos en deuda con Dios.

Tal vez tengamos o no deudas económicas pendientes con las personas o entidades pero tenemos una deuda pendiente con Dios.

Según las Sagradas Escrituras el ser humano nació pecador por herencia, es pecador en la vida, transgrede los mandamientos divinos y se halla fuera de la Gloria de Dios en posición espiritual.

Es esclavo en un mundo donde “debería ser señor”, perdió los derechos espirituales para ser libre en su espíritu y en el mundo material donde "debería tener libertad". También vive condenado por sentimientos negativos y conflictivos, temores y acciones incorrectas. No tiene paz, no tiene salud, no tiene alegría y tampoco bendición completa.

Por el pecado de Adán y Eva al desobedecer a Dios en su mandato recae en el hombre tres condenas por las cuáles éste deberá pasar.

La primera de ellas es que tiene que experimentar la muerte física. Luego de nacer y vivir tiene que morir físicamente. Dios le había prometido a Adán y a Eva que no morirían nunca tanto física como espiritualmente si no comía del árbol que él le había dicho que no comiese. Ese árbol simbolizaba la independencia de Dios, el hombre comió del árbol y la muerte entró en el mundo por primera vez.

La segunda condena es tener que ir al juicio de Dios por sus obras y en esta balanza nadie está exento de quedar libre puesto que las obras humanas son buenas y malas y no perfectas ante el pecado, ya que la perfección de obras es el requisito para pasar ese juicio.

La tercera condena es tener que ir al infierno como castigo de esa desobediencia. Un lugar de tormento eterno, sequedad espiritual y olvido delante de Dios y de la creación.

¡Qué tremenda deuda pendiente tiene el hombre para con Dios! En síntesis, la condena de todo hombre y de toda mujer sería morir físicamente y no vivir para siempre, ir al juicio de Dios siendo avergonzado, castigado y condenado, y terminar en el infierno como un malechor sufriendo eternamente el desamparo celestial. Pero bendita misericordia de Dios que no nos abandonó sino que nos proporcionó una solución a este terrible problema.

Jesús el Hijo de Dios vino al mundo ante la caída humana para ayudarle a pagar esa deuda pendiente.

Jesús al venir a la tierra, pasó por la condena de la muerte física al ser crucificado y experimentó esa muerte en lugar del ser humano. Pasó por el juicio de Dios en lugar del hombre puesto que en la cruz sintió el desamparo de Dios en su vida ya que él era su Hijo Amado. El fue hecho maldito porque estaba escrito en la Biblia que es maldito todo el que es colgado en una cruz pero aún así cargó con el pecado de cada uno de nosotros. Y al final de su muerte descendió a los infiernos como condenado al lugar donde tendríamos que ir nosotros a pasar la eternidad.

Pero Dios cambió la historia de toda la humanidad al decidir resucitar a su Santo Hijo de la muerte física, pasando el juicio de Dios y levantándole del infierno eternal. Jesús resucitó de la muerte al tercer día, recibió la glorificación divina, venció a satanás en el infierno, le golpeó en la cabeza como señal de victoria, le quitó las llaves de la muerte y del infierno y pasó con coraje el juicio de Dios por el pecado humano.

El mismo dijo en la cruz “Tetelestai”, del griego “La cuenta está pagada” y “Consumado es”, así que Jesús nos pagó la deuda pendiente con Dios puesto que nunca jamás podríamos haberla cancelado por nuestras propias fuerzas, medios u obras propias según la enseñanza bíblica.

De esta manera el ser humano que acepta la paga de su deuda pendiente para con Dios, puede tener esperanza de que cuando le llegue la hora de su muerte su espíritu se vaya con Dios, pero su cuerpo será resucitado en el día de la resurrección, no tenga que pasar por el juicio de Dios porque Jesús fue nuestro juicio y no vaya al infierno porque Jesús fue allí por nosotros. El venció a la muerte y ascendió a los cielos donde nos prepara un lugar para nosotros gratuitamente.

Como respuesta a ese pago el hombre debe aceptar la bondad divina y someterse de todo corazón a aquel que lo ha librado de tan grande deuda y condena.

Esa paga de la deuda pendiente para con Dios provista por Jesús hace que nuestras vidas reciban instantáneamente todos los beneficios que Dios promete en su palabra: paz, perdón, misericordia, amor, alegría, libertad, consuelo, provisión y protección, cuando lo aceptemos a él y a su obra redentora.

¿Qué harás tú con esa deuda pendiente para con Dios? ¿Tratarás de aceptarla o seguirás teniéndola?

ORACIÓN:

Dios mío, vengo a ti en este momento, para pedirte por mis deudas para contigo y para con los demás, te pido que me perdones por mis pecados, errores y fracasos, te pido que me limpies de todo pecado, ayúdame a recuperar la vida que me diste, ayúdame a confiar en la esperanza celestial, ayúdame a aceptar el sacrificio de Jesús en la cruz para pagar mi deuda pendiente, te lo pido en el Nombre de Jesús. Jesús gracias por venir por mí a pagar mi deuda pendiente para con Dios, gracias por tu sacrificio y amor, te recibo en mi vida y ruego que hagas de mi tu habitación. Espíritu Santo de Dios llena mi vida de paz interior, bendición y benignidad para con todos mis semejantes, perdono a todos aquellos que me han hecho algún daño en algún momento y ruego que les bendigas. En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo te lo pido y te doy muchas gracias. Te alabo y te bendigo. Amén.

Si has hecho esta oración te queremos decir que Dios ha perdonado tu deuda para con él, tus pecados fueron perdonados y Dios no se los acuerda más, Jesús ha entrado en tu vida para hacer de ti su hogar celestial, la confianza de que algún día cuando llegues a partir de esta tierra irás al cielo comenzará a crecer hasta ese día, dado que el Espíritu Santo te dará esa seguridad. Comienza a vivir la vida nueva que Dios te dió porque tu deuda pendiente para con Dios ya está pagada! Yo Jesús.

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