Filipenses 4:13 es un versículo que sale de la boca de todo creyente. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Este es un versículo corto, pero con un poder sobrenatural incalculable. La fortaleza de Dios en la vida de sus hijos es completa: cuerpo, alma y espíritu. Sin embargo, la fortaleza espiritual es la que provoca cambios en la vida del cristiano. Esta es la misma fortaleza espiritual que hizo que Caleb callara al pueblo de Israel frente a Moisés, afirmando que de hecho sí podían subir y tomar posesión de toda la tierra de Cannán (Números 13:30a). ¿Cuál fue el argumento de Caleb para lograr esto? “Porque más podremos nosotros que ellos” (Números 13:30b).
Caleb no estaba enfocado en la fuerza física para la contienda, él no estaba viendo las razas de gigantes, ni las ciudades fortificadas; Caleb veía la fortaleza en el Espíritu de Dios el cual les entregaría a todos los pueblos que habitaban la región de Cannán. ¿Cómo puede un creyente tener tal convicción del Espíritu de Dios?, ¿Cómo nos hacemos fuertes para enfrenta las pruebas y aflicciones? Nos hacemos fuertes porque “mayor es el que vive en nosotros que el que vive en el mundo” (1 Juan 4:4); y, ¿quién vive en nosotros? Cristo Jesús, el Hijo del Dios viviente.
Ahora bien, toda persona nacida de nuevo, esto es en agua y en el Espíritu, lleva dentro de su ser a Cristo Jesús y al Espíritu Santo de Dios. Pero el apóstol Pablo le dice a la iglesia de Filipos que para lograr cualquier cosa necesitan ser fortalecidos. ¿Cómo me fortalezco? Sólo cuando estoy en Cristo. La clave de este versículo está en la preposición en, la cual es una preposición espacial, o sea que involucra espacio, lugar, o desplazamiento de un punto a otro punto. La preposición en, del versículo 4:13 se refiere a la ubicación. Esto es que el creyente debe estar ubicado, posicionado, o colocado en Cristo.
Cuando una persona acepta a Cristo como Señor y Salvador de su vida, Cristo se posiciona en esa persona. Pero, ¿cuándo la persona se ubica dentro de Cristo Jesús? Cuando pertenece a Su Cuerpo. La iglesia de Cristo es el Cuerpo de Cristo. Cuando formamos parte de la familia de Dios, somos miembros del Cuerpo de Cristo. Estar en Cristo es pertenecer a Su Cuerpo. Quiere decir que si usted no se congrega en una iglesia de Cristo usted no puede ser fortalecido. En ninguna manera, pero tarde o temprano usted se estancará.
Caleb no fue sólo a reconocer la tierra de Cannán, fueron doce personas, una de cada tribu de Israel. Ellos fueron en representación del pueblo de Israel. Así mismo, nosotros los creyentes somos fortalecidos cuando estamos dentro del Cuerpo de Cristo, sirviéndole con amor y gozo, sin ver las circunstancias y las vicisitudes de la vida.
Sólo dentro del Cuerpo de Cristo vemos hacia Su Cabeza; siendo miembros del Cuerpo de Cristo podemos colocar nuestra mirada hacia arriba, hacia la Cabeza, hacia el Dador de Vida que es Jesucristo. La fortaleza espiritual del creyente priva sobre la fortaleza del alma y la del cuerpo. Caleb entendió este principio eterno. Él no vio con sus ojos naturales, él vio con sus ojos espirituales lo que Jehová le mostró: nosotros podemos más que ellos. Esto era imposible a la luz de los otros diez espías.
Caleb fue fortalecido por el Espíritu de Dios porque él sabe que formaba parte de los escuadrones de Israel, el pueblo escogido de Dios, al cual Jehová no desampararía ni dejaría. La fortaleza de Dios viene cuando permanecemos en el Señor Jesucristo siendo parte de Su Cuerpo, y poniendo nuestra mirada en Él (Hebreos 12:2). Solamente insertados en el Cuerpo de Cristo vemos a Cristo como la Cabeza, confiando plenamente en Él y esperando Su dirección y Su guía en todo momento y para todo. Sólo así seremos fortalecidos. No existe otro tipo de fortaleza, pues la fortaleza humana es parcial, insuficiente, carente de todo poder.
Cristo Jesús es nuestra fortaleza, y usted como creyente pertenece a la familia de Dios. Cristo Jesús fortalece a todos los suyos, no sólo a algunos. La fortaleza de Cristo Jesús para logar todo lo que nos propongamos acorde a la santa voluntad del Padre es cuando vemos hacia la Cabeza, hacia la respuesta verdadera. Apreciados amigos, no se dejen confundir pensando que por sí solos pueden lograr vivir una vida cristiana apartados del Cuerpo de Cristo. Nos necesitamos los unos a los otros. La fortaleza de Cristo Jesús viene a nosotros cuando juntos ponemos nuestros ojos en Él y confiadamente encontraremos la salida y la respuesta a todas nuestras necesidades y suplicas. Toda la Gloria sea dada a Dios. Amén.
Por Raúl Alberto Mata Jaén
Caleb no estaba enfocado en la fuerza física para la contienda, él no estaba viendo las razas de gigantes, ni las ciudades fortificadas; Caleb veía la fortaleza en el Espíritu de Dios el cual les entregaría a todos los pueblos que habitaban la región de Cannán. ¿Cómo puede un creyente tener tal convicción del Espíritu de Dios?, ¿Cómo nos hacemos fuertes para enfrenta las pruebas y aflicciones? Nos hacemos fuertes porque “mayor es el que vive en nosotros que el que vive en el mundo” (1 Juan 4:4); y, ¿quién vive en nosotros? Cristo Jesús, el Hijo del Dios viviente.
Ahora bien, toda persona nacida de nuevo, esto es en agua y en el Espíritu, lleva dentro de su ser a Cristo Jesús y al Espíritu Santo de Dios. Pero el apóstol Pablo le dice a la iglesia de Filipos que para lograr cualquier cosa necesitan ser fortalecidos. ¿Cómo me fortalezco? Sólo cuando estoy en Cristo. La clave de este versículo está en la preposición en, la cual es una preposición espacial, o sea que involucra espacio, lugar, o desplazamiento de un punto a otro punto. La preposición en, del versículo 4:13 se refiere a la ubicación. Esto es que el creyente debe estar ubicado, posicionado, o colocado en Cristo.
Cuando una persona acepta a Cristo como Señor y Salvador de su vida, Cristo se posiciona en esa persona. Pero, ¿cuándo la persona se ubica dentro de Cristo Jesús? Cuando pertenece a Su Cuerpo. La iglesia de Cristo es el Cuerpo de Cristo. Cuando formamos parte de la familia de Dios, somos miembros del Cuerpo de Cristo. Estar en Cristo es pertenecer a Su Cuerpo. Quiere decir que si usted no se congrega en una iglesia de Cristo usted no puede ser fortalecido. En ninguna manera, pero tarde o temprano usted se estancará.
Caleb no fue sólo a reconocer la tierra de Cannán, fueron doce personas, una de cada tribu de Israel. Ellos fueron en representación del pueblo de Israel. Así mismo, nosotros los creyentes somos fortalecidos cuando estamos dentro del Cuerpo de Cristo, sirviéndole con amor y gozo, sin ver las circunstancias y las vicisitudes de la vida.
Sólo dentro del Cuerpo de Cristo vemos hacia Su Cabeza; siendo miembros del Cuerpo de Cristo podemos colocar nuestra mirada hacia arriba, hacia la Cabeza, hacia el Dador de Vida que es Jesucristo. La fortaleza espiritual del creyente priva sobre la fortaleza del alma y la del cuerpo. Caleb entendió este principio eterno. Él no vio con sus ojos naturales, él vio con sus ojos espirituales lo que Jehová le mostró: nosotros podemos más que ellos. Esto era imposible a la luz de los otros diez espías.
Caleb fue fortalecido por el Espíritu de Dios porque él sabe que formaba parte de los escuadrones de Israel, el pueblo escogido de Dios, al cual Jehová no desampararía ni dejaría. La fortaleza de Dios viene cuando permanecemos en el Señor Jesucristo siendo parte de Su Cuerpo, y poniendo nuestra mirada en Él (Hebreos 12:2). Solamente insertados en el Cuerpo de Cristo vemos a Cristo como la Cabeza, confiando plenamente en Él y esperando Su dirección y Su guía en todo momento y para todo. Sólo así seremos fortalecidos. No existe otro tipo de fortaleza, pues la fortaleza humana es parcial, insuficiente, carente de todo poder.
Cristo Jesús es nuestra fortaleza, y usted como creyente pertenece a la familia de Dios. Cristo Jesús fortalece a todos los suyos, no sólo a algunos. La fortaleza de Cristo Jesús para logar todo lo que nos propongamos acorde a la santa voluntad del Padre es cuando vemos hacia la Cabeza, hacia la respuesta verdadera. Apreciados amigos, no se dejen confundir pensando que por sí solos pueden lograr vivir una vida cristiana apartados del Cuerpo de Cristo. Nos necesitamos los unos a los otros. La fortaleza de Cristo Jesús viene a nosotros cuando juntos ponemos nuestros ojos en Él y confiadamente encontraremos la salida y la respuesta a todas nuestras necesidades y suplicas. Toda la Gloria sea dada a Dios. Amén.
Por Raúl Alberto Mata Jaén
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